todas las mañanas del mundo: una película "barroca"
El argumento trata la relación entre Marin Marais (1656-1728), violagambista y compositor de la corte francesa de Luis XIV, y el que fuera su maestro, el Señor de Sainte-Colombe, un personaje enigmático del que sabemos poco, apenas algunas líneas de referencia en documentos de la época. Aprovechando esa laguna, el escritor Pascal Quignard, apasionado de la música para viola de gamba, escribió una historia original donde se le presenta como devoto jansenista y obsesionado con el recuerdo de su mujer, que murió mientras él tocaba para un amigo agonizante que deseaba irse de este mundo con buen vino y buena música.
Tras quedar viudo, Sainte-Colombe abandona las pompas mundanas y se recluye en su granja, entregado a descubrir los secretos de la viola de gamba, a la que dedica 15 horas diarias de ensayos, y descuidando incluso a sus dos hijas. Cuando ellas se hacen mayores, las instruye en el arte de tocar la viola, y los conciertos del trío se hacen célebres. El mismo Rey de Francia manda a Sainte-Colombe un emisario que le anuncia que Su Majestad desea escucharle, pero será despedido altivamente por el ermitaño ("Mi Corte son los peces y los árboles..."), que prefiere su vida rodeado de verdes bosques al palacio del Rey.
En esto se presenta en su casa Marin Marais, mozalbete de 17 años. Le pide ser discípulo suyo, pues ha sido despedido como niño cantor, al haberle mudado la voz, y cree que puede ser un buen violista. El viejo le invita a tocar algo como prueba, y su veredicto será que Marais es técnicamente brillante, pero que la música no es eso. La voz conmovida de Marais conseguirá que Sainte-Colombe le acepte como discípulo, "por vuestro dolor, y no por vuestro arte".
Las enseñanzas de Sainte-Colombe no versan sobre técnica, o al menos la película no las presenta así, sino sobre el significado de la música. En la naturaleza se encuentra música por todas partes: el sonido del viento es música, el llanto de su hija es música, incluso un hombre orinando produce música; donde no la hay es en las composiciones frívolas y mundanas que divierten a la Corte. La técnica de Marais le merece este veredicto: "Sois un gran equilibrista, pero un músico menor". Una vez despedido, el joven músico, que ya goza de un empleo en la corte de Luis XIV, continúa escuchando a escondidas a su maestro, mientras este practica a solas en un cobertizo.
Entretanto, la hija mayor de Sainte-Colombe, Madeleine, se había enamorado de Marais, que la dejará embarazada, antes de huir del lugar y casarse con otra. Ella da a luz un niño muerto, y cae en una depresión que le hará terminar en el suicidio. Sin embargo, años después, cuando Sainte-Colombe está ya próximo a morir, y Marais le vuelve a visitar en secreto esperando oír su música, para que no se pierda en el olvido, el antiguo discípulo se presenta ante su maestro y este último no le reprocha las desgracias que acarreó a su familia, lo que parece revelar una mentalidad fatalista y resignada ante las mismas. En su lugar, le da la última lección, revelándole qué es la música: la música es la voz de los que no tienen voz, es la voz por la que se expresan los muertos y los que no han nacido, es la expresión de un misterio no sólo humano.
A este respecto, además de la vida "en contacto con la naturaleza" y de la aceptación de la muerte como parte de la misma, encontramos también otro aspecto que aparece con frecuencia en los movimientos que, de una forma u otra, llaman a oponerse al progreso, y es el coqueteo con diversas formas de irracionalismo y misticismo. Sainte-Colombe, al llegar a dominar los secretos de la viola de gamba, consigue comunicarse con su mujer muerta, que se le aparece habitualmente. Marais, por su parte, que al principio de la película se ve ya mayor y respetado (narrando su juventud en "flash-back" y terminando el relato con lágrimas en los ojos), pero sin poder igualar a su maestro, lo conseguirá al final: el film termina cuando la maestría de Marin Marais con la viola de gamba llega a su punto más alto, al de poder comunicarse con el Más Allá, pues se le aparece el difunto Sainte-Colombe para declarar que se siente orgulloso de haberle instruido.